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María Andrea Araujo

Ecofeminismo



La explotación de la tierra y “recursos naturales” (nuestro hogar) está profundamente relacionada con el género. Vandana Shiva es física, activista ambiental, exponente del movimiento altermundista; ayudó en India a prevenir que Monsanto monopolizara la berenjena y el algodón después de una cadena de miles de suicidios de gente que cultivaba el campo, por los altos costos de producir en monocultivo de transgénicos, además de todos sus aditamentos (insecticidas, fertilizantes, etc.).


Vandana Shiva escribió junto a Maria Mies el libro de Ecofeminismo, y para mí, ha sido un ejemplo a seguir por varios años desde que me compartieron su trabajo en 2016. Ella expone que la reducción de la madre tierra a materiales crudos para explotar (recursos en vez de nuestro hogar, parte de nuestra vida y nuestros propios ciclos de vida), así como la separación entre seres humanos y naturaleza es una construcción ideológica con pocos siglos de antigüedad; esta es la raíz tanto de los problemas ambientales que tenemos, como de la violencia machista que vivimos.


La separación entre seres humanos y naturaleza es una construcción ideológica con pocos siglos de antigüedad; esta es la raíz tanto de los problemas ambientales que tenemos,

Es un tema delicado porque pone en cuestión nuestra identidad como grupo y como individuos ¿Quiénes somos? ¿Cómo nos percibimos ante la otredad? ¿Cómo separar lo que es un ser vivo de lo que no, si comemos sus frutas, tomamos su agua, y desechamos nutrientes que regresar a la tierra? Somos parte del proceso de vida del bioma. Somos parte de los ciclos de la Madre Tierra: de sus días, sus noches, sus tormentas, sus ecosistemas, y somos interdependientes con toda la vida que nos rodea. Somos vida, y nada está separado.


Incluso nuestros cuerpos son solo una especie de super-naves con consciencia, movidas por colonias de mitocondrias haciendo el trabajo de mantenernos con vida y todo funcionando, que técnicamente no son parte de nuestro cuerpo. Desafiando la teoría Darwiniana de la competencia entre especies, Lynn Margulis en 1967 publicó acerca de la colaboración entre mitocondrias y cloroplastos para formar las células eucariotas: la base para las todas formas de vida compleja en la tierra. Esto implicaba que era la colaboración y no la competencia, el fundamento para el desarrollo de la vida, y aunque rechazaron su teoría descartándola por hereje y cuestionar al tan idealizado Darwin, ya es el consenso de la comunidad científica.


La ilusión de separación, darle más importancia al ego que a la vida como es, la competencia, el “divide y vencerás” vienen solo de una identidad que se construyó para poseer a la otredad y querer dominarla, controlarla y explotarla. Ya no es sostenible. Cada día se extinguen al menos 200 especies animales y hemos acabado con el 90% de los insectos sobre la tierra.


La ilusión de separación, darle más importancia al ego que a la vida como es, la competencia, el “divide y vencerás” vienen solo de una identidad que se construyó para poseer a la otredad y querer dominarla, controlarla y explotarla. Ya no es sostenible. Cada día se extinguen al menos 200 especies animales y hemos acabado con el 90% de los insectos sobre la tierra.


La naturaleza y la tierra no es algo externo para los seres humanos, sino que somos parte de ella, cuando lo recordemos, podremos dejar de lado la inseguridad de querer demostrarnos con poder, para ganar estatus de “a ver quién posee más”, o tener que acumular por miedo, y cuidar de nuestro hogar recordando que venimos de ella y regresaremos a ella. Somos parte de ella. Somos vida, y entendiendo nuestro rol dentro de los ciclos naturales -que son más grandes que solo nuestra especie o nuestras vidas individuales- podremos soltar los miedos y apreciar todo lo que la madre tierra hace por nuestra especie y lo que podemos hacer por ella para procurar nuestro hogar para esta y las futuras generaciones.


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